[...]
.. porque la felicidad no es una meta, si no un estilo de vida...
Y comprender que tal vez amar es otra cosa. Es sentirse ligeros y libres. Es saber que no pretendes apropiarte del corazón del otro, que no es tuyo, que no te toca por contrato. Debes merecerlo cada día. Y se lo dices. Se lo dices a él. Y eres consciente de que hay respuestas que quizá deben cambiarse y que de repente te das cuenta, de que es preciso encontrar tu camino.
Después silencio. Ese silencio pleno, profundo. El silencio de los besos. Ese que habla de sueños y fábulas, de tesoros escondidos. Los más bellos. Y Ella lo sabe.
“Pero a veces basta con nada para comprender que esa puerta nunca se cerró con llave.”
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